domingo, 25 de enero de 2009

La memoria

Hace unos días, leí un blog sobre el Alzheimer, enfermedad que padece la madre de la autora y no me dejó indiferente, porque, de inmediato, pensé en el estado de la de mis padres y en la mía propia. Lo hice por puro egoísmo y para comprobar que, de momento, los años sólo han servido para que sea más selectiva. Con los años he aprendido a meter en cajas de cartón los malos recuerdos, pero dispuesto a recuperarlos si hace falta.
Luego, he pensado en parientes y conocidos que han sufrido esta enfermedad y he sentido pena, en el mejor sentido de la palabra, porque el mal apenas tiene remedio, lo que provoca una impotencia difícil de asumir.
Las enfermedades del cerebro son como las alergias (salvando las distancias): hay muchos médicos, pero los medios son escasos y pocos saben curarlas y los que las sufren -entre ellos me encuentro- lo mejor que pueden hacer es disfrutar hasta el límite del sarpullido en la piel.
Cuando olvidas algo importante se sufre, mucho. No me imagino lo que debe ser olvidar quien eres y cuál es o ha sido el largo reguero por el que ha transcurrido tu vida. Por si acaso algún día me toca a mí, sólo pido que no me dejen de querer porque -esto lo sé con certeza- los sentimientos no necesitan la memoria.